EL FINAL DEL EVANGELISTA
Hechos 27:24
Fue sometido a esclavitud sin motivo. Fue un pastor que no necesitaba nada más. Tres jóvenes confesaron que todo estaría bien incluso si Dios no los rescataba. Daniel oró con las ventanas abiertas sabiendo que el rey ya había firmado el edicto, y Ester confesó, “y si perezco, que perezca”. Los evangelistas de la Iglesia Primitiva y Pablo predicaron el Evangelio bajo una inmensa persecución y transformaron Roma. Estos no estaban impulsados por una motivación del mundo. ¿Cómo pudieron suceder estas cosas?
1. “Me será necesario ver también Roma” (Hechos 19:21)
Pablo, que se aferró al pacto, no tenía otras motivaciones. La mejor respuesta del Aposento Alto de Marcos aparece en Éfeso (19:1-7). Entonces surgió el movimiento de Tiranno (19:8-20). Las respuestas no terminaron aquí. Después se aferró al pacto “me será necesario ver también Roma” (19:21). Debido a que quedaba algo más importante, Pablo no necesitó ninguna motivación del mundo.
2. “Es necesario que testifiques también en Roma” (Hechos 23:11)
Cuando Pablo iba a ser juzgado, Dios le dijo que tuviera ánimo. Atacadas por Satanás desde un segundo plano, Israel cayó en ideologías y la iglesia de los fariseos quedó dominada por las autoridades eclesiásticas, y ambas se unieron para perseguir el Evangelio. En esas circunstancias, Dios pronunció las palabras, “no temas y ten ánimo” porque el Evangelio también debía ser testificado en Roma.
3. “Es necesario que comparezcas ante César” (Hechos 27:24)
Cuando Pablo, que había sido acusado de herejía, se dirigía a ser juzgado, se encontró con una tormenta. En medio de esa terrible tormenta, el barco comenzó a hundirse. Mientras oraba en el barco, Dios le dijo que debía comparecer ante César. No se trabaja simplemente de una confrontación legal. Cada vez que Pablo comparecía ante los jueces, proclamaba el Cristo, y esto se convirtió en la piedra angular de la evangelización de Roma. Tampoco hubo una motivación del mundo detrás de la marcha de los evangelistas.
Oración del evangelista. Querido Dios, no permitas que tengamos ninguna motivación del mundo para compartir el Evangelio. Que la marcha de proclamar el Evangelio a todo el mundo continúe.