LO QUE DIOS DESEA DE MÍ AHORA(2013.01.12)
LO QUE DIOS DESEA DE MÍ AHORA
Hechos 2:43-47 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. (44-45) Hay ocasiones cuando caminamos por la senda equivocada, en conflicto por dificultades que nos desconciertan, y consumidos por una confusión total. En momentos como esos, podemos sentirnos a disgusto por la situación en la que nos encontramos. ¿Por qué Dios, que es capaz de hacer cualquier cosa, permite que tenga que vivir eso? ¿Existe un plan absoluto de Dios del que debamos ser conscientes? En este momento, no hay motivo para que nos preocupemos ni en abandonar cualquier esperanza ni en pensar que no va a funcionarnos. Todo lo que tenemos que hacer es entender verdaderamente lo que Dios ha preparado y lo que desea de nosotros.
1. Una época sin respuestas
Nunca podremos descubrir la respuesta en el mundo. La sociedad desconoce la existencia de los problemas espirituales, y por tanto, se vuelve más malvada mientras los corazones de mucha gente se llenan de desolación. Separada de Dios, la humanidad no es capaz de escapar de la cautividad de Satanás y continua sufriendo espiritualmente, herida por su entorno y sola. La pobreza, las enfermedades, la depresión y el malestar existen claramente. Los problemas espirituales no se pueden resolver simplemente con la fama, la riqueza o el conocimiento.
2. Enfrentarse al origen del problema
Superar el problema de la pobreza y los síntomas de la ansiedad son sólo soluciones temporales. Para liberarnos de los problemas espirituales como de las maldiciones y de la corrupción que surgen independientemente de nuestras acciones, debemos encontrarnos con Dios. Jesús se convirtió en el camino para conocer a Dios, solucionar todos los problemas del pecado y las maldiciones y para derrotar a la autoridad de Satanás. Desde el momento en que creemos en Jesús como nuestro Cristo, nos convertimos en hijos e hijas de Dios y obtenemos la fuerza para guiar a otras personas. El Espíritu Santo morará dentro de los hijos de Dios hasta el final de la época. Por tanto, no tenemos nada que temer.
3. Mi vida a partir de ahora
Si no fuera por el Evangelio, nos encontraríamos hundiéndonos cada vez más en nuestros problemas espirituales. Si somos capaces de ver correctamente el problema entre manos y comprender la respuesta para este problema, debemos cumplir nuestra misión como hijos e hijas de Dios y compartir esta verdad con otras personas. No nos desanimemos ni nos asustemos por la situación y circunstancias que tenemos delante; al contrario, busquemos una meta aún mayor. Puede que empecemos desde lo más abajo. Debemos adquirir el poder de Dios porque no podemos hacer nada mediante nuestro esfuerzo individual. Debemos llenarnos de alegría cuando oremos porque la oración es el momento en el que recibimos el poder de Dios. Siempre que oramos, Dios nos abre las puertas, y eso nos permite conocer a las personas necesarias y conseguir grandes cosas.
Temas para el fórum. Los hijos y las hijas de Dios permanecen al 100% dentro del plan de Dios en medio de los problemas. Por tanto, debemos comunicarnos con Dios para resolver estos asuntos. Preguntémonos sobre lo que Dios desea de verdad de nuestras vidas.
Hechos 2:43-47 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. (44-45) Hay ocasiones cuando caminamos por la senda equivocada, en conflicto por dificultades que nos desconciertan, y consumidos por una confusión total. En momentos como esos, podemos sentirnos a disgusto por la situación en la que nos encontramos. ¿Por qué Dios, que es capaz de hacer cualquier cosa, permite que tenga que vivir eso? ¿Existe un plan absoluto de Dios del que debamos ser conscientes? En este momento, no hay motivo para que nos preocupemos ni en abandonar cualquier esperanza ni en pensar que no va a funcionarnos. Todo lo que tenemos que hacer es entender verdaderamente lo que Dios ha preparado y lo que desea de nosotros.
1. Una época sin respuestas
Nunca podremos descubrir la respuesta en el mundo. La sociedad desconoce la existencia de los problemas espirituales, y por tanto, se vuelve más malvada mientras los corazones de mucha gente se llenan de desolación. Separada de Dios, la humanidad no es capaz de escapar de la cautividad de Satanás y continua sufriendo espiritualmente, herida por su entorno y sola. La pobreza, las enfermedades, la depresión y el malestar existen claramente. Los problemas espirituales no se pueden resolver simplemente con la fama, la riqueza o el conocimiento.
2. Enfrentarse al origen del problema
Superar el problema de la pobreza y los síntomas de la ansiedad son sólo soluciones temporales. Para liberarnos de los problemas espirituales como de las maldiciones y de la corrupción que surgen independientemente de nuestras acciones, debemos encontrarnos con Dios. Jesús se convirtió en el camino para conocer a Dios, solucionar todos los problemas del pecado y las maldiciones y para derrotar a la autoridad de Satanás. Desde el momento en que creemos en Jesús como nuestro Cristo, nos convertimos en hijos e hijas de Dios y obtenemos la fuerza para guiar a otras personas. El Espíritu Santo morará dentro de los hijos de Dios hasta el final de la época. Por tanto, no tenemos nada que temer.
3. Mi vida a partir de ahora
Si no fuera por el Evangelio, nos encontraríamos hundiéndonos cada vez más en nuestros problemas espirituales. Si somos capaces de ver correctamente el problema entre manos y comprender la respuesta para este problema, debemos cumplir nuestra misión como hijos e hijas de Dios y compartir esta verdad con otras personas. No nos desanimemos ni nos asustemos por la situación y circunstancias que tenemos delante; al contrario, busquemos una meta aún mayor. Puede que empecemos desde lo más abajo. Debemos adquirir el poder de Dios porque no podemos hacer nada mediante nuestro esfuerzo individual. Debemos llenarnos de alegría cuando oremos porque la oración es el momento en el que recibimos el poder de Dios. Siempre que oramos, Dios nos abre las puertas, y eso nos permite conocer a las personas necesarias y conseguir grandes cosas.
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