ASÍ HA DICHO JEHOVÁ
Jeremías 33:9
Las naciones de todo el mundo se están desarrollando rápidamente, pero sus habitantes están en crisis. La siguiente generación es adicta a las drogas y al juego, y se enfrenta a enfermedades mentales. A pesar de estos problemas, las iglesias no predican el Evangelio y están cerrando sus puertas. Satanás, que es invisible a nuestra mirada, continúa destruyendo familias y a las generaciones futuras. Jeremías fue el profeta que testificó continuamente sobre estas crisis de su época. Él profetizó que Babilonia desencadenaría una guerra; sin embargo, nadie le creyó y fue encarcelado. Muchos teólogos llaman a Jeremías el “profeta llorón” o “profeta sufriente”. Sin embargo, fue el profeta más bendecido a ojos de Dios. ¿Por qué fue tan bendecido?
1. Un profeta que poseía un mensaje del cielo
Jeremías recibió un mensaje del cielo. Dios le dio los mensajes de futuros desastres y la restauración que vendría a continuación. Cualquiera que se aferre al mensaje del Cielo será feliz y tendrá victoria. Abraham Lincoln (1809-1865), reconocido como el presidente más importante de Estados Unidos, poseía un mensaje del cielo (Gálatas 3:28). Nadie puede bloquear este mensaje porque la Palabra de Dios siempre se cumple.
2. Un profeta que conoce el método de Dios
Los métodos de las personas conducen a la lucha. Sin embargo, Jeremías, que escuchaba el mensaje del Cielo, conocía el método de Dios porque Su Palabra había venido sobre él. Aun así, Dios permitió que Jeremías fuera encerrado en el patio de la cárcel. Dios permitió que hubiera dificultades en la vida de Jeremías para cumplir el pacto en esas circunstancias. En ese contexto, Dios dijo que respondería a Jeremías si lo llamaba en el nombre del Señor. Este es el método de Dios.
3. Un profeta que entiende la respuesta dada por Dios
Jeremías entendía la respuesta que Dios le dio. Dios sanó la tierra abandonada y reveló abundancia de paz y de verdad. La gente regresó del cautiverio, y todas las naciones de la tierra temieron y temblaron por causa de la gloria de Dios (Jeremías 33:6-9). Dios también sana nuestro campo. Restaura a las generaciones futuras adictas a las drogas y al juego, y que padecen enfermedades mentales. Solo necesitamos aferrarnos correctamente a la Palabra de Dios y transmitirla. Esta es la misión de la iglesia.