¿POR QUÉ DEBEMOS CRUZAR EL RÍO JORDÁN?
Josué 3:1-7
Después de la muerte de Moisés, Dios ordenó a Josué que cruzara el río Jordán junto con todos los hijos de Israel. Nosotros también debemos aplicarnos esta Palabra porque explica cómo cruzar el río Jordán en un momento en nuestra vida en el que nos vamos a tener que enfrentar a este reto. Josué, una persona que había recibido la Palabra de Dios, se levantó de mañana y con todos los israelitas, reposó junto al río. Según la Palabra de Dios, también ordenó a los sacerdotes que tomaran el arca del pacto, y pasaran delante del pueblo. Esto significa que Josué siguió la Palabra de Dios. Si esto es así, ¿por qué motivo cruzaríamos el río Jordán de esta forma?
1. Grabemos nuevamente el pacto
Grabar de nuevo el pacto significa que los israelitas tuvieron que grabar firmemente una vez más el pacto al que se habían estado aferrando. En otras palabras, se trataba de grabar la salvación. En primer lugar, Dios quiso grabar la promesa de sacar a los israelitas de Egipto el día que pintaron los dinteles de sus puertas con la sangre del cordero. También grabó el incidente del Mar Rojo, cuyas aguas se habían abierto cuarenta años antes. Asimismo, resulta crucial que confirmemos que la Palabra de Dios se cumplió en el pasado cada vez que los hijos e hijas de Dios hagan obras importantes.
2. Experimentemos el poder de Dios
Debemos recordar el poder de Dios y experimentarlo de manera realista. Solo cuando lo hagamos, enraizará en nuestro interior. Daremos frutos en función de lo profundamente enraizado que esté. Fue la voluntad absoluta de Dios que los israelitas entraran en la tierra de Canaán. Por tanto, debemos preparar nuestra fe para entrar también en Canaán, porque en ese momento, podremos experimentar el poder de Dios sin importar las circunstancias a las que nos enfrentemos.
3. Levantemos un monumento conmemorativo
Levantar un monumento conmemorativo significa transmitir el pacto a las siguientes generaciones. Para entrar en Canaán, los israelitas necesitaban convertir la Palabra de Dios en su naturaleza hasta el punto de levantar un monumento conmemorativo. Es decir, cuanto más se asiente nuestra naturaleza en esto, más cambiará nuestro destino. Por tanto, debemos dejar atrás un símbolo de nuestra fe que será conmemorado para siempre por las generaciones futuras. Estos símbolos serán hitos en el camino del Evangelio y la fe correctos, y también se convertirán en lo grabado, las raíces y la naturaleza de la siguiente generación.
Oración del evangelista. Querido Dios, permite que experimentemos tu poder que abre las aguas del río Jordán desde el momento en que nos aferramos al pacto, y que levantemos un monumento conmemorativo que salve el futuro.