EL VERDADERO PODER
Mateo 4:1-4
Satanás sabía quién era Jesús, pero aun así vino a tentarle de todos modos. Jesús rechazó esas tentaciones con la Palabra de Dios y tuvo victoria. Es absolutamente imposible que nosotros podamos derrotar a Satanás con nuestro propio poder, pero es absolutamente posible con el pacto de Dios. Por eso necesitamos aferrarnos firmemente al poder que Dios nos da dentro de este pacto. ¿Qué tipo de poder es?
1. El poder que fue profetizado en la Biblia dese el principio
Es el poder de la descendencia de la mujer que aplastó la cabeza de la serpiente (Satanás) (Génesis 3:15). Es el poder que salvó a todos los que entraron en el Arca (Génesis 6:14). Los israelitas se liberaron completamente de la esclavitud en Egipto cuando entendieron este poder y usaron la sangre de un cordero en los dinteles de sus puertas (Éxodo 3:18). Cuando más tarde los israelitas perdieron este poder y cayeron en cautiverio, Dios les dio el pacto de Emanuel (Isaías 7:14). Este poder ya había sido profetizado a través del pacto de Cristo.
2. Cristo, quien ha derrotado a Satanás
La obra que hizo Jesús fue derrotar a Satanás. Satanás tentó a Jesús con comida, algo de naturaleza muy física (Mateo 4:3). Citando la Palabra de Dios, Satanás trató de manipular la ambición, el deseo heroico y el orgullo de Jesús con el fin de cambiar su motivo para dar culto (Mateo 4:6 y 9). En la actualidad, Satanás sigue usando los mismos trucos para engañar a los hijos e hijas de Dios y que fracasen en el culto. Nosotros podemos vencer a la autoridad de Satanás tal y como hizo Jesús, que rechazó sus tentaciones recurriendo a la Palabra de Dios (Mateo 4:4, 7 y 10).
3. El cumplimiento de Cristo
Jesús bendijo a Pedro en cuanto éste confesó que Jesús era el Cristo (Mateo 16:16-19). Jesús solucionó completamente todos los problemas en la cruz (Juan 19:30). Jesús, quien resucitó y poseía toda la autoridad en el cielo y en la tierra, dijo que siempre estaría con nosotros (Mateo 28:18-20). También proclamó que echaríamos fuera demonios en Su nombre, tomaríamos serpientes con nuestras manos y que si bebíamos cosas mortíferas, no nos harían daño (Marcos 16:15-20). Antes de ascender al cielo, Jesús prometió que el Espíritu Santo vendría sobre nosotros y que recibiríamos poder (Hechos 1:8). Cuando nos aferramos a este poder, las fuerzas de la oscuridad no tienen más remedio que arrodillarse ante nosotros.