EL LIBRO DE FILIPENSES
Filipenses 1:6
El libro de Filipenses es una carta que Pablo escribió en prisión. Roma colonizó Israel porque los israelitas no conocían el Evangelio, y, como consecuencia, se enfrentaron a muchos problemas. Pablo predicaba el Evangelio para que la nación no fuera destruida, pero algunos líderes judíos le acusaron falsamente de hereje y lo metieron en prisión. Dios le dio a Pablo, a pesar de estar encadenado, el mayor privilegio de mover el mundo entero. ¿Qué pacto debemos guardar en nuestro corazón por medio del libro de Filipenses?
1. Organizar tres puntos clave – Organización de la Palabra, organización de la oración y organización del evangelismo
No podremos confirmar las respuestas que Dios tiene para nosotros si no organizamos la Palabra, la oración y el evangelismo conforme al Evangelio. Por tanto, es importante que tomemos notas sobre la Palabra, la oración y el evangelismo todos los días. Ese es el momento en el que la Palabra de Dios se graba en nuestro interior y se cumple. Es vital que entendamos ésto antes de experimentar los doce desastres (Génesis 3, 6, 11; Hechos 13, 16, 19; y los seis estados de la persona no creyente), las guerras, la colonización, la esclavitud, el cautiverio, las enfermedades o los accidentes.
2. El Libro de Filipenses
Pablo confesó a una persona creyente que se enfrentó a una prueba personal cuando Pablo fue encarcelado, que estar en prisión era “el campo de las mejores respuestas”. Pablo sabía qué eran esas respuestas (los ojos del discípulo del evangelismo, Filipenses 1:6). Cristo, el cuerpo de Dios, sufrió por nosotros y llevó la cruz. Del mismo modo, nosotros también podemos atravesar temporalmente por períodos de sufrimiento (la actitud del discípulo de evangelismo, Filipenses 2:6). No obstante, debemos tener absoluta victoria y vamos a tenerla. La prosperidad del mundo es basura; el verdadero éxito consiste en conocer a Cristo y recibir el premio de nuestro llamado y el plan de Dios (el misterio de un discípulo de evangelismo, Filipenses 3:1-21). Para nosotros, que hemos recibido la salvación, nuestra dirección actual es “en Cristo”. En cualquier campo en el que estemos, si estamos dentro de Aquel que da fuerza, no tendremos de qué preocuparnos (la evidencia de un discípulo de evangelismo, Filipenses 4:13). Lo que hay grabado en nuestro interior recibirá respuesta, lo que ha enraizado dará fruto, y nuestra vida discurrirá de acuerdo a nuestra naturaleza.
Oración del evangelista. Querido Dios, que hoy sea el día en el que la Palabra, la oración y el evangelismo estén correctamente organizados, grabados y enraizados, y se conviertan en nuestra naturaleza.