EL PLAN OCULTO DE DIOS
Hechos 1:3
Los grandes conglomerados empresariales y las personas que han alcanzado el éxito son en su gran mayoría no creyentes. Estas personas han invertido su riqueza y han levantado enormes complejos religiosos, pero tanto ellas como su descendencia están atrapadas en un camino de destrucción sin saber por qué. Por otro lado, los hijos de Dios conocen la razón, pero carecen de poder. Por eso, debemos permanecer en el lugar de la cumbre espiritual. Desde el momento en que nos levantamos en la cumbre espiritual, que es el plan oculto de Dios, todas las cosas comienzan a cambiar. ¿Qué debemos hacer para estar en la cumbre que Dios ha preparado?
1. Lo que no está sucediendo
Debemos desafiarnos para hacer lo que debemos hacer absolutamente pero que no está sucediendo. Muchas personas renuncian a cosas que no se están produciendo y no logran superarlas. Salir de Roma era con toda seguridad voluntad de Dios. Sin embargo, no estaba sucediendo. Como parte de esta obra, los oficiales de la Iglesia Primitiva y de la iglesia aceptaron el desafío. En ese momento, comenzaron a ver el “yo que Dios ha creado”, “mis cosas que Dios me ha dado” y “mi campo que Dios me ha dado”.
2. Donde nadie va
Debemos ir a donde nadie va. Así podremos ver que la gente ha caído en trampas (Génesis capítulos 3, 6, 11). También veremos que están atados por los moldes de las religiones, los pensamientos y las ideologías (Hechos 13, 16, 19) y por las ataduras de sus destinos personales (seis estados de la persona no creyente). Estas personas están destinadas a enfermar debido a su estado espiritual.
3. Lo que nadie puede hacer: la sanidad espiritual, la cumbre espiritual
Ni los doctores ni los científicos pueden hacer la sanidad espiritual. Jesucristo vino para hacer esta obra que nadie más puede hacer. Cristo ha quebrado la autoridad de Satanás (Génesis 3:15) y nos ha llamado como la cumbre espiritual. Los gobernantes y el poder del mundo constituyen las cumbres de Satanás. Debemos orar por esas personas, los mandatarios del mundo, y los espíritus malos del aire.
Oración del evangelista. ¡Señor! Permite que encontremos la respuesta para alcanzar la cumbre espiritual y desafiar en aquellas cosas que no están sucediendo. Permite que vayamos al lugar al que nadie va y hagamos la obra que nadie más puede hacer.