EL EVANGELISMO DE SANIDAD
Hechos 8:4-8
El Evangelismo de Sanidad fue el primer evangelismo que se levantó entre los ancianos de la Iglesia del siglo I. Si alguien de tu entorno está considerando el suicidio, comparta la palabra de Dios que tiene el poder de sanar. Pero primero necesitamos un tiempo para meditar profundamente en la Palabra de Dios a través de la oración, así como un tiempo para recibir fuerza. También necesitamos confirmar las respuestas a través de la oración a tiempo marcado durante el día y confirmar las soluciones a través de la oración concentrada durante la noche. Tres tipos de sanidad tienen lugar durante este tiempo.
1. La sanidad espiritual
Hay sanidad espiritual cuando tenemos el pacto de Dios. La sanidad espiritual comienza cuando descubrimos que estamos siendo derrotados en el mundo y atados por los doce problemas mientras intentamos vivir una vida de fe. Después, descubriremos “el yo que Dios creó”, “las cosas que Dios me ha dado' y “el campo que Dios me ha dado”. Cuando comenzamos a recibir fuerza a través del pacto y el poder que Dios nos da, podemos disfrutar de la respuesta que el mundo no puede dar.
2. El corazón y la vida de sanidad
Nuestro corazón y nuestra vida sanarán y la alegría será restaurada (Filipenses 4:4). Por tanto, no nos preocuparemos por nada, pero en toda oración y ruego, con acción de gracias, presentamos nuestras peticiones a Dios (6-7). Así podremos hacerlo todo a través de Él, que nos da fuerza, y disfrutar de la respuesta de no temblar en ninguna circunstancia (10-13).
3. La sanidad física
Habrá sanidad física. Cristo, que dijo “Consumado es” (Juan 19:30) como su promesa final, es la obra del Reino de Dios (Hechos 1:3). En su último mensaje nos dio autoridad y dijo que seríamos testigos (8). Por eso, no tenemos nada de qué preocuparnos; simplemente tenemos que esperar lo que Dios Padre nos ha prometido. Las obras de sanidad física tendrán lugar a través de lo que Dios nos ha dado y los tres hoy (Palabra, oración y evangelismo de hoy).
Oración del evangelista. ¡Dios! Permite que renunciemos a todo y entremos en Tu promesa. Permite que disfrutemos concentrándonos, confirmando y orando durante el tiempo de meditación profunda sobre la Palabra.