VIERNES 2. LA SANIDAD DE LA IMPOTENCIA DEL INDIVIDUO
2 Timoteo 2:1-7
Pablo, el evangelista que salvó la era, le dijo a Timoteo: “Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús”. Este es el nivel de las dificultades a las que nos enfrentamos debido a nuestra impotencia. La impotencia intelectual nos produce más miedo que la impotencia física, pero existe un problema todavía más serio: carecer de poder espiritual. ¿Qué debemos hacer para sanar a las personas que padecen esta impotencia?
1. El escubrimiento de nuestro talento en el Evangelio
Hay muchas personas poderosas en el mundo que carecen de Evangelio, pero Dios no las necesita. El Evangelio es lo único que teme Satanás, que llena de confusión el mundo entero. Por eso debemos ayudar a las personas a encontrar sus talentos en el Evangelio, es decir, encontrar el “yo que Dios me ha dado”, “lo mío que Dios me ha dado" y “mi campo que Dios me ha dado”. Esta es la misión de la persona evangelista.
2. Estudiar y leer en el Evangelio
Debemos ayudar a estas personas para que puedan estudiar y leer en el Evangelio. Al hacerlo, podemos descubrir un mundo diferente.
3. El culto y la oración personal en el Evangelio
Muchas personas dan culto y oran. Lo importante es restaurar el culto y la oración de disfrutar el Evangelio dentro del Evangelio.
4. El día y la fiesta en el Evangelio
Debemos ayudarles a disfrutar el día del Señor y las tres fiestas en el Evangelio. Si lo hacemos, recibiremos tres bendiciones. Primero, descubriremos la bendición de “sólo” durante toda nuestra vida, siempre y en todos los lugares. También encontraremos la respuesta de lo único del trono del cielo y el reino de Dios dondequiera que vayamos. A partir de ese momento, la obra de la recreación se levantará en el Evangelio. Nadie podrá bloquear el poder que Jesús nos ha prometido si como evangelistas tenemos una cumbre personal. Moveremos el mundo con este poder.
Oración del evangelista. ¡Dios! Permite que se quiebre la impotencia del individuo y que recibamos fuerza a través de la meditación profunda en la Palabra y del tiempo de oración.